a pereza social del albañil: ¿Un mal endémico de la obra?
El ingeniero francés Maximilien Ringelmann, hace más de un siglo, demostró con un simple experimento de tirar de la cuerda una verdad que resuena hasta nuestros días: el rendimiento individual decrece cuando aumenta el tamaño del grupo. Este fenómeno, la pereza social, no discrimina ámbitos, y la construcción, con su dinámica de trabajo en equipo, no escapa a su influencia.
¿Cuántas veces hemos escuchado al albañil, con orgullo en la voz, afirmar: «Yo trabajo igual, a mi ritmo, siempre»? Sin embargo, los veteranos de la obra, aquellos que han visto pasar generaciones de trabajadores, nos aseguran que el rendimiento actual es una sombra de lo que fue. La productividad se ha erosionado, y con ella, la eficiencia de nuestros proyectos.
Esta situación nos enfrenta a una realidad incómoda: necesitamos más manos para realizar las mismas tareas. La falta de mano de obra, un problema que ya afecta profundamente al sector, se ve agravado por esta disminución en el rendimiento individual. (No profundizaremos en la escasez de mano de obra, un tema complejo que merece un análisis aparte).
Volvamos al efecto Ringelmann: «Cuantos más tiran de la cuerda, menos fuerza individual se ejerce». ¿Es esta una ley inmutable en la obra? ¿Estamos condenados a ver cómo el esfuerzo se diluye entre el hormigón y los andamios?
Para entender este fenómeno en el contexto de la construcción, debemos analizar los factores que lo alimentan:
- La naturaleza del trabajo en equipo: Gran parte de las tareas en la obra requieren coordinación y esfuerzo conjunto. Esta interdependencia puede difuminar la percepción de la contribución individual.
- La falta de visibilidad del resultado individual: En proyectos de gran envergadura, el obrero puede sentir que su trabajo se pierde en el conjunto, lo que reduce su sentido de responsabilidad.
- La cultura de la obra: En algunos entornos, se perpetúa una cultura de «ir al ritmo del más lento», donde el esfuerzo individual sobresaliente puede ser visto con recelo.
- La monotonia: muchas de las tareas que hay en obra, son repetitivas, y esto lleva a la desmotivación.
- Falta de objetivos concretos: muchas veces, el trabajador no tiene un objetivo que cumplir, lo que lleva a la perdida de rendimiento.
- Falta de reconocimiento: el trabajador que siente que su trabajo no está siendo reconocido, tiene menos motivación.
Pero no todo está perdido. Existen estrategias que pueden ayudarnos a contrarrestar la pereza social y a revitalizar la productividad en la obra.
¿QUÉ PODEMOS HACER AL RESPECTO?